Te has dado cuenta de que en la naturaleza encontramos arquitectura que no ha sido diseñada ni construida por nadie.
Son diversos los fenómenos naturales que a menudo me recuerdan a estructuras arquitectónicas, al fin y al cabo nuestra arquitectura está en gran parte formada por elementos naturales del medio. La primera forma de refugio que conocemos son las cuevas, y con la evolución de la arquitectura seguimos encontrando algunos de estos materiales en su estado natural, como pilares y bigas formados por troncos de arboles y otros alterados por el hombre, como las encimeras y suelos de piedra… Pero en lo que me quiero centrar en esta reflexión es en un fenómeno mucho más interesante, los arcos naturales. El pasado mayo visite el parque natural de Arches en Utah, US.
Localizado en medio de un desierto de arena, Arches es definido por los americanos como «a red-rock wonderland» que traducido sería algo así como «el maravilloso mundo de roca roja». Y es que en el interior del parque hay infinidad de arcos, arcos naturales. A través de la erosión de esa característica «roca roja» se han ido formando grandes arcos en el terreno.
Al igual que los arcos que podemos observar desde las primeras construcciones humanas, estos arcos se mantienen en pie gracias a esfuerzos de compresión y a la compensación de fuerzas que ejercen los muros laterales.
